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sábado, 22 de octubre de 2011

Viajando en el tiempo

Ignorante de mí. Voy ayer, Viernes, en pleno Badajoz capital, muy tranquilamente, a sacar mi billete para el autobús que salía a las 15.30, dirección Llerena. Iba tranquila porque me sobraba tiempo. Apenas eran las 14.30. Pero al entrar en la estación de autobuses, algo parecido a una marabunta humana enloquecida, corriendo de un lado para otro, como poseídos por un ente diabólico, desbordaban la estación en sí.

Me paro, confundida ante tal estrépito de personas y me digo:
- ¿Pero qué es esto?
- ¿Qué ha pasado?
- ¿Habrá una amenaza de bomba?

Intentando mantener la compostura, me dirijo hacia una ventanilla, colapsada por la tremenda cola que se forjaba delante de la cristalera. Espero, paciente, en el último puesto de la fila, mi turno, mientras no puedo parar de observar, toda esa ajetreada actividad, frenética y juvenil. No entendía nada.

Por fin llega mi turno. 14.45:
- Para Llerena a las 15.30, por favor.

El taquillero sonríe irónico:
- No hay billetes para ese autobús hace más de dos horas, aún quedan algunos billetes para el de las seis de la tarde y si no, para mañana.

Me quedé atónita: ¿qué habría pasado para tanto jaleo?
¿Qué habría pasado? Pues una fórmula muy sencilla:

Badajoz+ Viernes+ Estudiantes= Colapso total

Que cierto es, que cuando dejas de pertenecer a un grupo social, pierdes por completo el conocimiento de los hábitos y costumbres de aquel grupo, al que un día, no hace tanto tiempo, perteneciste.

Se supone que, una vez instalada en el grupo de treintañeros, debería:
- Tener trabajo, por lo que tendría pasta.
- Tener pasta, y por consiguiente, tener coche…
- Tener coche y la indisoluble independencia que te otorga, sin la obligación de frecuentar lugares del pasado, lejanos y olvidados, como la estación de autobuses.

Así, pues nada, tuve que venir en un autobús, cargado de chavales, novatos en su mayoría, emocionados al estrenar su nuevo estatus de universitarios, vociferando la juerga que se corrieron ayer jueves, (¡JUEVES!, no salgo yo un jueves desde que no cae en jueves la Nochevieja), enumerando los garitos que recorrieron la noche anterior, recordando quién echó la pota y quién no, maldiciendo el montón de apuntes que tienen que estudiar… y en definitiva todas esas cosas, que ya quedan tan lejos para una…

Yo por mi parte, y sin que sirva de precedente, por primera vez en mi vida, por vez primera, me senté en el asiento delantero, como una de estas señoras que se sientan al lado del autobusero y hablan con él de lo sinvergüenzas que son los jóvenes de hoy en día…

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