Vistas de página en total

viernes, 28 de octubre de 2011

Contracorriente

Me da igual que sea puente, yo tengo puente todo el año. Si soy sincera, me jode hasta que haga bueno, como no tengo planes… Me gustaría hacer muchas cosas, pero nada de lo que quiero está en mis manos. No puedo salir, pues no tengo pasta, no puedo hacer el amor, pues mi medio limón está lejos (como siempre), no puedo jugar al escondite, pues estoy sola, no puedo escribir, porque estoy negativa, no puedo pasear, porque tengo agujetas, no puedo reír, porque no me sale… ¿Qué se hace cuando no se puede hacer nada?

Ya estoy cansada de esperar mi turno. Tengo la sensación de que mi turno se me ha pasado en varias ocasiones. Sólo quiero que pase el tiempo. Me levanto, miro el correo y nada, y me gustaría volverme a acostar hasta mañana, para ver si mañana tengo más suerte. Ay, la suerte, ¿será verdad que existe?, ¿dependerá del estado de ánimos?, ¿dónde se compra? Da igual, porque seguro que tampoco tendría dinero para pagarla. ¿Estaré así porque soy cobarde?

Pues como soy cobarde, me espera un fin de semana metida en casa, arropada con mis libros, escondida tras mis gafas, maldiciéndome mil veces por todo lo que no he hecho en la vida. Puede ser que algún día, quizás no muy tarde, sea capaz de echarle huevos, liarme la manta a la cabeza y salir de este agujero para buscarme a mí misma en soledad, en algún lugar muy muy lejos de todo lo que hasta ahora era cotidiano. Quizás un día sea valiente, pero hasta ese momento, me encierro entre mis libros, me arropo hasta los hombros, me escondo tras mis gafas y espero a que me llegue el momento.

Los días sin ti son un castigo al que no me llego a acostumbrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario