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martes, 18 de octubre de 2011

La evolución del consolador

El pasado viernes, en un estúpido salir y entrar del pub, para fumar un cigarrillo, sobrellevando un viernes espeso, absurdo, impreso de conversaciones trascendentales de las que al otro día no te sueles acordar… Jaime (el sobri), en su incesante filosofar, me dijo que hacía poco, había leído en el tablón de una amiga de una red social, que “el hombre (o sea, el género masculino del homo sapiens sapiens, del que tantas veces hablamos) desaparecerá de la faz de la tierra el día que los consoladores paguen las copas”. Nos reímos, pues el concepto no deja de tener miga. Pero después, pensándolo fríamente, te das cuenta de que algo pasa.

¿Los hombres se están afeminando o somos las mujeres las que nos estamos masculinizando?, o mucho peor ¿se dan las dos cosas a la vez? Todo empezó un día que un hombre no le abrió una puerta a su mujer, a partir de ahí se armó la marimorena. No es que nosotras no sepamos abrir una puerta, es que nos gusta que os sintáis útiles. Entonces empezó todo lo demás y la mujer quiso demostrar que podía estudiar una carrera, que sabía arreglar un enchufe, que también sabía satisfacerse sola y todo un etc que abarca el mundo.

Cierto es que la liberación de la mujer ha sacado a la luz el conocimiento de las capacidades de este ser, que tantos años han estado ocultas detrás de un delantal, pero a la vez, el rey de la selva se ha ido convirtiendo en un gatito adorable (puede ser que amedrentado por la creciente ferocidad de la leona). Esto no es nada nuevo, ya lo sabemos hace años. Pero lo cierto es que la mujer es la dueña de la especie, pues sólo ella puede procrear, y a día de hoy, no necesita de la especie masculina para hacerlo. Esto, evolutivamente hablando, y aunque en el fondo nos encantan estos gatitos indefensos que juegan a ser leones, ¿podría ser el comienzo de su desaparición, y así en el futuro tendremos una especie humana más perfecta y exclusivamente femenina? No sé, esto es demasiado pensar y seguro que a los científicos masculinos, a los aférrimos seguidores de Darwing, no les guste esta reflexión, pero sí chicos del mundo, macho ibérico español, estáis en peligro de extinción y sólo nosotras podemos evitar tal catástrofe, así que ya podéis empezar a tratarnos como nos merecemos, porque nosotras, y sólo nosotras, tenemos en nuestras manos vuestra existencia.

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