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jueves, 6 de octubre de 2011

Espíritus

¿Pensáis que está bien visto creer en espíritus? Lo digo porque yo creo y siempre he creído en ellos, si no, no tendría sentido que me dieran tanto miedo las películas de terror. Pero las buenas, las de espíritus malignos, algo inexplicable e indemostrable que tanto podría ser verdad como mentira en la vida real. No hay ley que demuestre ni lo uno ni lo otro, y eso deja abierto el camino a la imaginación.

Tampoco tendría sentido el miedo que paso cuando en mitad de la noche me levanto a echar un pis, pero un pis de estos que no se pueden aguantar, porque para que yo me levante a echar un pis, amigo, puedes asegurar que estoy a punto de reventar, en caso contrario me aguanto… pues eso, voy a echar un pis, me dirijo al baño que está al otro lado de la casa y el pasillo me parece infinito, oscuro, feo, lleno de puertas entreabiertas, a través de las cuales sólo se distingue alguna que otra sombra desconocida en la oscuridad. Y yo, despacio y deprisa al mismo tiempo, (deprisa por el miedo y despacio para que no se dé cuenta de ese miedo el espíritu del niño chino muerto, que llevo a las espaldas, el mismo que tienes tú ahora detrás) voy encendiendo una a una todas las luces de la casa, llego por fin al baño, cierro la puerta, me asomo a la ducha, me siento en el váter y cierro los ojos para no ver mi reflejo en el espejo de enfrente, porque, no sé por qué diablos, pero siempre que me encuentro en tales circunstancias y encima hay un espejo de por medio, no puedo evitar pensar: “Te odio, Verónica, te odio, Verónica, te odio, Verónica”, y siempre hago eso desde que me contaron la historia cuando tenía trece años. Maldita la hora. Y después me queda el camino de vuelta a la cama, esta vez apagando luces, lo cual es más temeroso que encenderlas, porque vas dejando tras de ti una oscuridad desconcertante, de la que cualquier cosa puede salir. Y cuando por fin llegas a tu camita, te metes corriendo entre las sábanas y te tapas hasta la cabeza, empiezas a escuchar una respiración ajena, y sabes bien que es ajena cuando estás a punto de morir de asfixia, porque llevas dos minutos sin respirar, y todo parece pertenecer a otro mundo que nada tiene que ver con tu habitación. El bolso que cuelga de la puerta parece la cabeza de un loco con los ojos desencajados y un leve crujir de la madera hace que tu corazón palpite a mil por horas mientras sudas bajo las sábanas sin conocimiento hasta que te duermes, diría yo, por desmayo del susto… Por que esto nos pasa a todos, ¿no?

Supongo que si tengo tales paranoias será porque creo en los espíritus. Ojalá no creyera, todo sería mucho más fácil. Y puesto que creo en los espíritus, tengo que creer, a la fuerza, en una vida etérea, después de la muerte, la disolución cuerpo- terrestre, alma- celestial, y puesto que, por lo visto creo en el cielo, supongo que tendré que creer en Dios, porque sin él, nada de lo anterior tendría sentido…

No sé, como en mi casa nunca hemos sido demasiado religiosos, sólo por tradición y ya ni eso, pues estoy un poco perdida en esto de la espiritualidad. Lo cierto es que si creer conlleva este tipo de paranoias esquizofrenoides y miedos sinsentido, no sé, creo que prefiero ser atea. ¿Cómo se hace?, ¿Alguien podría ayudarme?

1 comentario:

  1. Lo del espejo es cierto... pero todo es aún peor si piensas que puede salir una mano del váter o luego bajo tu cama.... Con razón, no me levanto!

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