Una vez tuve un sueño…
Soñé que vivía en un mundo justo. Que todos teníamos una oportunidad
en la vida. Que se valoraba el esfuerzo, el sacrificio, la voluntad. Que todos
y cada uno de nosotros podría desempeñar un trabajo acorde con sus capacidades
y que sería remunerado por ello. Soñé con una vida sencilla, sin mentiras y
recelos, sin trampas ni cartón. Soñé que soñaba despierto con todo aquello que
un día nos fue arrebatado silenciosamente. Con el ruido y el ajetreo del día a
día. Con las prisas y deseos mundanos. Con crecer y morir y morir y crecer en
todo momento. Soñé con unos labios que no existen, con las nubes que nos
pintaron, con la música que no se ha hecho, con las palabras del pasado. Soñé
que soñaría con un futuro grato, con una guitarra, con unas vigas, con un techo
mal amueblado. Con un camino, con un
paraguas, con un perro abandonado, con el frío, con la playa, con un niño de mi
mano. Madrugones, café solo, prisas y desparpajo. Soñé la libertad y disfruté
tanto soñando que no he vuelto a soñar, por si despierto ayunando.