Vistas de página en total

martes, 26 de julio de 2011

Las cosas que hemos ido perdiendo

Anoche no podía dormir. Demasiadas cosas en la cabeza. Estuve pensando mil idioteces y entre ellas me acordé de las cosas que hemos dejado de hacer en virtud de un bienestar aparente.

Recordé lo bonito que era escribir cartas y lo emocionante de recibirlas. Hoy en día el único que me manda cartas es el del BBVA. Al menos una a la semana. Yo creo que le gusto…

Otra cosa que hemos dejado de tener son fotografías físicas de momentos concretos. Sentarnos todos a la mesa e irnos pasando las fotos acumuladas desde años inmemorables. Esta es de cuando cumpliste dos añitos, esta es de cuando fuimos a Madrid. Ahora para ver fotos te tienes que poner frente al ordenador y decir estas 1432 son de cuando fuimos a Madrid… No es lo mismo.

También recordé cuando llamábamos a la radio para pedir esa canción que nos encantaba, y se la dedicábamos a los amigos, a los primos, a los padres, a los vecinos… y así hasta el infinito. Y esperabas impaciente a que pusiese tu canción, con la cinta preparada para darle al REC justo cuando saliese. Que la mayoría de las veces salía el tío hablando en medio de la canción.

El sabor de una natilla. Esa natilla que te compraba tu madre a ti nada más, porque estabas malita y te dolía la garganta o tenías fiebre, y la saboreabas como un placer sin igual, que con suerte disfrutabas un par de veces al año.

O estas noches de verano de calor bochornoso, que sacábamos un colchón a la terraza y nos acostábamos contando estrellas fugaces, porque, por su puesto, no había aire acondicionado ni nada para paliar ese calor atroz de algunas noches estivales.

Comerte un Micolapis con ansia, sólo para ver si te ha tocado otro.

Venir chorreando del colegio, porque justo cuando salías ha empezado a caer una tromba de agua, y cuando llegas a casa, tu madre te riñe por haberte mojado. Como si tú tuvieses el poder de hacerte impermeable, pero no lo hubieses hecho, porque no te ha dado la gana. ¡Pídele cuentas a Dios, que manda la lluvia!, solía yo decirle a mi madre…

Ver Superman por primera vez y tirarte un mes con un trapo enganchado al jerséis por los picos…

No tener noción del tiempo en todo el día, hasta el punto de decir: “me voy pa casa que está haciéndose de noche”

Un bocadillo de Nocilla, o de fuagrás, o de ambas cosas a la vez… ¿Por qué ya no se ven niños con bocadillos, si es uno de los placeres más grande que hay en la vida?

Las constantes mentiras que te decía tu madre, a modo de educación, para que hicieras o dejaras de hacer las cosas. Yo recuerdo cuando mi madre me dijo que una niña había muerto por echarle seis cucharadas de Cola Cao a la leche, y yo me tiré años calculando exactamente mis cinco cucharadas y media, para no llegar a la dosis mortal.

No sé, a veces me da tanta pena que la vida cambie…

No hay comentarios:

Publicar un comentario