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miércoles, 17 de agosto de 2011

Dos segundos para cambiar tu vida

Hay días que parecen idénticos al anterior, y al otro, y al otro… Hay veces que el tedio y el hastío corrompen nuestra sensibilidad, sin saber que, quizás esos días de monotonía apabullante, puedan ser los mejores días de nuestras inútiles vidas.

En cambio hay otros días que, un pequeño acontecimiento, una acción realizable apenas en unos cuantos segundos, cambian las perspectivas del día anterior, las prioridades y los sentimientos, y nuestra vida se convierte en un collage de segundos importantes donde, de alguna manera, cambiamos para siempre: el momento en que sabemos la última nota para acabar la carrera, el momento en que firmas un contrato de trabajo, o una hipoteca, los segundos que trascurren cuando te haces un test de embarazo, los dos segundos que pasan hasta que dices sí quiero… Retazos de segundos importantes, envueltos en un montón de horas y días en los que no pasa absolutamente nada, y no recordaremos en la posteridad, y se convierten en los momentos en los que nos quejamos de nuestra mala suerte, esperando ansiosos que lleguen esos pocos segundos que lo cambiarán todo.

Hay decisiones que son difíciles de tomar, porque su elección no da opción a volver atrás en el tiempo. Estas decisiones son las peores, porque hemos de tomarlas solos, y, de esta manera, vencer o claudicar en soledad.

Ayer fue uno de esos días, idéntico a los anteriores, que puede cambiar mis perspectivas de la vida. Los tres segundos que gasté de los 86.400 segundos que tiene el día, en firmar un retazo de papel, quizás cambien las penas y agonías que ahora me agobian. También puede suceder que no cambie nada. Todo está por ver…

¡Que Dios nos pille confesados!

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