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jueves, 17 de noviembre de 2011

Un paseo por Sevilla

Paseando por la ciudad, antigua y moderna,
Recorro sus calles de historia eterna.
Piso el suelo que todos pisan,
Ricos y pobres, con o sin prisas.

Oigo voces de lenguas extrañas,
Ruidos, guitarras, flamenco y palmas.
Y todos los mundos que desconozco,
Todas las tierras donde nunca estuve
Se ciernen infinitas en estas calles
Donde todos somos uno, y ninguno es nadie.

Miro las caras de miles de almas,
Que ya había visto en vidas pasadas.
Comparto el aire que otros respiran,
Cruzo miradas, casi furtivas.
Siento olores de jazmín y azahar
Que pintan colores imposibles de imaginar.
Grito en silencio mi desesperanza,
Empujo el viento a marchas forzadas.

La dulce brisa acaricia mi cara
Como el manto sublime de una dama
Que conozco hace años
Y nunca he visto, más que en mi alma.

Mis recuerdos se mezclan y confunden
se convierten en sueños,
en deseos y añoranzas.

La tenue luz de las farolas
Ilumina mi alma, que está sola.

Y yo aquí, entre la gente,
Arropado por una ciudad que me pierde,
Distorsiona mis sentimientos,
Y confunde el entendimiento.
Deposito tanto amor en sus calles,
Por no tener mi amor dueño,
Que lo coja quien lo reclame,
Pues es amor sincero.

La música errante de un ser vagabundo,
Que acaricia su guitarra y me trasporta a otro mundo,
Eriza mis sentidos,
Agudiza la pena,
Araña mis entrañas,
Sollozan mis venas…

Y lloro al compás de esa guitarra,
Que nadie escucha y a todos desgarra.

El canto bohemio del ser vagabundo
Es mi canto interno en este mundo.
La banda sonora de mi ciudad,
Pausa imperante de la capital.

¿Estamos vivos o muertos?
Yo ahora no lo recuerdo.
Sólo sé que ya no siento
Ni el calor, ni el frio de tu cuerpo.
Sólo escucho a mi amigo,
Regalando su voz al gentío,
Que no aprecia ni valora
El frío cruel que hace ahora.

Sigo mi camino paseando,
Recordando la música a lo lejos.
Me enciendo un cigarro con desprecio,
Porque te añoro, y no te tengo,
Porque envidio las parejas caminantes,
Que se besan de forma delirante,
Y vago sólo por las calles,
Cargada mi alma de pensamientos,
De música, de gente, de novios inquietos…
Tu rostro se refleja en aquellas caras
De niñas hermosas, personas ajenas
Y quiero besarlas, palpitan mis venas.

El tiempo me abraza como una amante
Me envuelve en su manto y le miro suplicante,
Pero el tiempo es mala dama,
Que ignora mi pena y en nada me ampara.

Tiro el cigarro y miro el reloj,
No tengo prisa, nada me espera,
Sólo recuerdos de mi condena.

Todos mis bienes, que no son pocos
Los perdería por volver a ver tus ojos.
Por cogerte por la cintura
En la calle Amargura.
Por pasearte a mi lado,
Mientras todos van apresurados.

Dime tú si no es una pena,
Tantos besos que hemos dado,
Tantas caricias vanas,
Y no tenerte aqui a mi lado.

La ciudad y su tintineo,
Me recuerdan tus caderas en el paseo,
La belleza, que no es poca
La tienes toda tú en la boca.

Y todas se parecen a ti, pero ninguna
Tiene la gracia de la aceituna,
Que tú muestras en la sonrisa,
Cuando la falda te levanta la brisa.

Me vuelvo a fluir en mis pensamientos
La noche se adviene, y también el viento.

Retorno el camino hacia mi casa
Por las calles tristes, llenas de chanza,
De chiquillos y de ruido,
De flamenco y de palmas.
A mi casa me vuelvo…
…hasta mañana…

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