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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Un teatro inacabable

Es cierto que a todos nos gusta quejarnos de nuestras desdichas cuando las cosas no salen como a uno le gustaría que saliesen, y en ocasiones hasta llegamos a exagerar las desgracias que nos acontecen, porque en el fondo nos encanta ser dramáticos con los procederes que la vida nos tiene reservados. Es lógico, todos somos grandes cómicos en el teatro de nuestra vida, en el que cada uno actúa como pleno protagonista, y estamos en todo el derecho de sobreactuar cómo y cuando queramos. Al fin y al cabo es el último resquicio de gloria que nos queda… Pero también es justo admitir nuestra parte de culpa en aquellas cosas que no nos sale especialmente bien, porque si miramos en el fondo del asunto en cuestión seguro encontramos, bajo algún trozo desgarrado de infortunio, allí escondida, la culpa propia. Solemos alegar a la mala suerte como responsable comodín, en muchos casos por no querer encontrar la verdadera culpa, ocasionadora del hecho maldito. Pero no es cierto eso de que tengamos o dejemos de tener buena o mala suerte, al menos no siempre. La suerte, muchas veces, está ahí para quien la busca. Sé de casos concretos de gente que salió y arriesgó por encontrar la suerte, y finalmente ganó. Pero son pocos casos de gente muy valiente a la que no le importó lo que pensaran los demás en un momento delicado. La suerte está ahí para cualquiera que quiera encontrarla, pero nadie dijo que fuera fácil. La búsqueda puede tardar porque no la busquemos de la manera correcta, porque nos perdamos por el camino o porque sencillamente nos entretengamos con otros asuntos más divertidos, pero estoy segura de que merece la pena intentarlo. Sólo es cuestión de tiempo y empeño.Yo aún estoy en ello.

No hay finales en nuestro teatro, hasta que no baja el telón. Sólo hay principios de unas tramas que siguen a otras. No hay más “se terminó”, sino “algo nuevo comenzará”. Si finalizas una etapa en el trabajo, otro nuevo espera. Si rompiste una relación, un nuevo comenzar está aguardando. La vida son comienzos tras comienzos de etapas que se abren camino unas tras otras, haciéndonos renacer en cada momento, para que esta obra, que es tu vida, no agonice en el primer acto.

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