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viernes, 16 de diciembre de 2011

Días tristes

Hacen días tristes. Días tristes de invierno. De frío. De silencio. De nostalgias y recuerdos de personas que, no hace mucho tiempo, reían y cantaban el villancico del campanillero. Hacen días de pena, que se esconden entre tumultos de otros que aún son felices, y gritan y compran y sonríen sin miedo de que alguna vez pierdan la alegría. Hacen días de consuelo, de heladas y gorros de lana. Días de brasero. Hacen días que unos odiamos y otros anhelan, esperando ansiosos sus regalos, por el buen comportamiento que prestaron este año. Algunos no tenemos regalo por buen comportamiento desde que perdimos la ilusión y la inocencia. Debe ser que somos malos, y por eso a nosotros, los malos, nos aterran estos días de felicidad fingida, y nos reunimos en familia, recordando los buenos tiempos, aquellos en que éramos buenos, mientras los otros abren regalos con ojos como platos junto al árbol de navidad, ignorando alegremente que un día ellos también serán malos.

Hacen días tristes para quienes no podemos comprar la navidad.

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