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lunes, 5 de diciembre de 2011

La mala organización

Ayer estuve viendo un documental sobre las miserias de las zonas más desfavorecidas del planeta, estas que cuando salen en la tele nos vuelca el estómago y nos sentimos mal por no saber qué hacer. Lo cierto es que aportar ayuda es sencillo, pero no sabemos a quien recurrir, si van a gestionar el dinero correctamente o lo empeñarán en otros fines, y el miedo, la impotencia que genera en la sociedad hace que finalmente cambiemos de canal, pues es bastante desagradable para la gente normal como tú y como yo, ver cómo mueren los niños hinchados mientras se lo comen las moscas, a la misma hora en la que tú te estás comiendo un buen plato de cocido.

Decían que la solución a tanta mortalidad y precariedad de vida es bien sencilla. Con una aportación de un euro al año por cada ciudadano se podrían crear pozos de agua potable que hicieran posible la agricultura y el autoabastecimiento en estas zonas olvidadas por nuestro Dios. Sólo el hombre puede salvar al hombre. ¿Quien no quiere dar un euro al año? Nadie, absolutamente nadie estaría en contra de hacer una aportación de un euro por persona al año para conseguir acabar por fin con estas imágenes que desgarran el corazón. Pero, ¿cómo hacerlo?, ¿a quien tengo yo que dar mi euro para contribuir? No lo sabemos, y como no lo sabemos, no lo hacemos.

Ningún estado de los países desarrollados tiene una entidad estatal que se dedique exclusivamente a este trabajo maravilloso. Nos hacen pagar impuestos por todo, impuestos que son ineludibles, aunque resulten abusivos. ¿No creéis que si nos obligasen a pagar un impuesto de un euro por año y persona destinado a ayudas humanitarias, la gente no estaría encantada de pagar ese puto euro de mierda? Si tenemos un ministerio de asuntos exteriores, ¿por qué no un ministerio de ayuda internacional? Sería el impuesto más aplaudido, laureado y generoso. El único que la gente pagaría encantada de la vida. Un euro mínimo por persona y año, amplificable hasta el infinito (si se desea) para poder hacer frente a desastres naturales, no- naturales, y ayuda humanitaria de todo tipo.

Empecemos a construir este nuevo mundo. No existe el mundo perfecto, siempre habrá heridas que sanar, pero podemos empezar por llevar tiritas a todos los rincones.

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