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jueves, 15 de diciembre de 2011

Prohibido hablar del pasado

Ya sé que hemos tenido la suerte de ser una generación que ha disfrutado a lo grande de todos los placeres de la vida. La verdad es que lo hemos pasado bestial. Hemos sido libres, cosa que no se puede decir de la juventud de ahora, atrapada entre la tecnología, las drogas, el consumismo y cientos de adelantos de este siglo XXI. Vale que también hemos sido autosuficientes, independientes y legales. Vale que hemos hecho de todo, sin abusar de nada, pero por el amor de Dios, dejemos de hablar del pasado, como si no fuéramos más que un pasado divino, que cada día está más lejos, pues siempre que rememoramos alguna hazaña, nos tenemos que remontar a muchos años atrás, y somos treintañeros, no sexagenarios. Hablemos del futuro, de lo que vamos a hacer, de lo que vamos a ser, de lo que vamos a inventar para seguir siendo los mejores. ¿No estamos en la flor de la vida? ¡Pues que se note! No podemos ser unos veinteañeros encarcelados en cuerpos de treintañeros, que piensan, sueñan y sienten como veinteañeros, porque esa época ya ha pasado. Y sí, fue la mejor, sin duda alguna, pero los treinta serán mejores que los cuarenta y los cuarenta mejores que los cincuenta. Lo mejor de todo es que pase lo que pase, ya sea para mal o para bien, la vida sigue, nunca para, el tiempo da vueltas y vueltas en el segundero del reloj, y no hay espacio para nostalgias inútiles. Dejemos de intentar detener el tiempo y empecemos a disfrutar del que nos queda. La vida es una carrera contra reloj, y nosotros llevamos la mejor de las marcas.

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