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lunes, 26 de septiembre de 2011

¿Moralista yo?

Hace aproximadamente un mes, navegando sin rumbo por la red, encontré una oferta de empleo de escritor de una revista digital. Para completar la oferta, además del curriculum había que adjuntar un artículo sobre alguno de los temas expuestos. Yo escogí moda, no porque sepa del tema, ya sabeis los que me conocéis, que no es así... pero como tampoco sé mucho sobre nada, me daba un poco igual... Tuve que escribir un artículo sobre sobre moda, de unas 300 palabras que incluyera dos veces la palabra "moda" y otras dos la palabra "Bershka". Escribí lo siguiente:

La moda ha cambiado mucho en los últimos años. El llamado efecto "casual", o moda urbana, ha impregnado las calles, los colegios y sobre todo los institutos de colores chillones, licra y escotes más que sugerentes. La marca internacional Bershka ha tenido mucha culpa de que en la actualidad las chicas de entre doce y dieciocho años vayan vestidas como prostitutas de barrios sub- urbanos. Y es que no tenemos que olvidar que las tendencias no sólo marcan un estilo a la hora de vestir, sino también a la hora de actuar, comportarse y, en definitiva, vivir. No tienes más que comprobar que la misma persona cambia su forma de moverse, de hablar e interactuar... dependiendo del tipo de atuendo que lleve en cada momento. De esta manera un señor trajeado se comportará de una manera formal, mientras que será informal cuando viste un chándal. Esto me hace pensar, si vestimos a las futuras mujeres, enfermeras, amas de casa, secretarias, doctoras, juezas, policías... de prostitutas desde los trece años, ¿no influirá su hábito de comportamiento continuado en su futura personalidad?
Sinceramente, creo que los ejecutivos de Bershka no hacen tales tipos de reflexiones sobre si la ropa que confeccionan pueden alterar de manera negativa los modos de comportamientos presentes ni futuros de las chicas. Ellos sólo hacen ropa sexi, llamativa, vendible y barata con la finalidad de hacer dinero, pero creo que es algo a tener en cuenta, imposible de imaginar hace apenas diez años en este país. El sexo lo vende todo, hasta ahí nada nuevo, pero ¿debemos vender sexo a un segmento de la sociedad de tan temprana edad? ¿Justifica el fin (vender mucho), los medios (cómo, qué y a quién)?
No soy ninguna moralista reprimida, sólo me gusta que los niños sean niños, y disfruten de ese privilegio el mayor tiempo posible.


He de decir que no he recibido respuesta alguna de la revista. Mi hermana tiene razón, tengo que ser menos crítica con todo lo que me rodea, pero no puedo evitarlo...

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