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jueves, 29 de septiembre de 2011

El punto de vista

Tras un día eterno, imperante de circunstancias adversas, llegamos los dos a casa, nos tiramos cada uno en un sofá y digo:
“Vaya mierda de día.”
A lo que él me responde:
“¿Ha sido malo?, ¿por qué?”
Y yo le miro desafiante y le relato:
“Pues desde que me levanté esta mañana, tarde, por cierto, porque me quedé dormida, me fui a buscar las etts de Sevilla que había localizado en google el día antes, con todo el calor del mediodía en Sevilla, salí a la calle, sudando como un pollo, porque apenas tuve tiempo ni de darme una ducha, perdida por el centro, y total para nada, porque el tocho de curricula que había en cada una de ellas era pa echarte patrás, pero bueno, llego a casa, tarde, por su puesto, y me dispongo a hacer la comida, pues mi novio, que estaba en casa, no se había dignado siquiera a hacerla. Hago una fideguá, exquisita, por cierto, pero a él no le gusta porque dice que está caldosa, y apenas come. Por la tarde, de nuevo, salgo a la busca y captura del trabajo perfecto (o imperfecto, cualquiera, vaya), esta vez acompañada de mi maravilloso novio, pues tenía que ir más lejos, en vista de que yo no tengo coche… y mientras yo voy por la calle mirando, ojeando, buscando el lugar objetivo de mi destino, él va mirándole el culo a las nenas que se cruzan en nuestro camino. Por su puesto me enfado y vengo de vuelta a casa sin hablarle. Vamos a comprar y me dice que mañana va a hacer una paella, pero que la va a hacer él, como queriéndome decir que yo no sé hacer nada. Menos mal que hay Dios ahí arriba y en el supermercado no había la mitad de las cosas que necesitaba para la paella (ha sido mi momento de gloria). Al llegar a casa me he puesto a escribir en mi ordenador y él, al pasar por mi lado, le ha dado al cable y me lo ha desenchufado, borrándome todo lo que tenía escrito (yo creo que lo ha hecho a mala leche). Y ahora nada, estoy aquí tumbada esperando a que acabe este día, porque no me atrevo ni a hacer de cenar, que seguro me pasa algo. ¿Te parece poco?

A lo que él me responde: Eso no es nada, peor ha sido mi día. Hoy me he levantado tarde, pues mi novia me dijo que se iba a levantar temprano y que ella me llamaba. Como me he levantado tarde he tenido que hacer el trabajo que tenía para hoy a destajo. No me ha dado tiempo ni de hacer la comida. Ha llegado ella y ha hecho una fideguá que estaba caldosa y asquerosa. Apenas he comido. Estoy muerto de hambre. Después he tenido que estar toda la tarde recorriendo Sevilla para acompañarla, pues, como no tiene coche…, la he tenido que llevar a todos sitios. Por el camino, me he quedado mirando un cartel y ella ha pensado que miraba el culo de una tía, así que se ha enfadado y no me ha hablado en todo el camino de vuelta. Como todavía me quedaba un poco de dignidad, he pensado, ¡qué narices, voy a arrastrarme!, con tal de que esté ella contenta… y le he dicho que no se preocupe por la comida, que mañana hago yo una paella. Quería quitarle trabajo y darle una sorpresa, pero al llegar al supermercado, no había la mitad de las cosas que necesitaba, así que mi gozo en un pozo. (Hasta ahora no entendía por qué ella se ha puesto tan contenta ante esta adversidad…) Cuando por fin estábamos en casa, en un nefasto accidente, he pasado por delante suya cuando estaba escribiendo, con tan mala suerte de darle al cable de la batería y apagársele el ordenador. No sabía dónde meterme. Y ahora estoy aquí, esperando que acabe este día de los demonios, que no sé si decirle que hagamos la cena, o que haga ella lo que más le apetezca, o que hago yo cualquier cosa, porque estoy seguro de que, haga lo que haga, diga lo que diga, o incluso si no digo nada, voy a meter la pata…

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