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jueves, 16 de junio de 2011

Autodestrucción

Lo de estar parada es otro mundo. Te cambia la perspectiva de la vida. Antes soñaba con volar bien alto y ahora sólo sueño con poder despegar mis pies del suelo. Te agria el carácter. Vas a cualquier sitio y piensas: "Mira, el gilipollas este tiene trabajo", o, "La estúpida esa cobra un buen sueldo todos los meses, con lo torpe que es..." Poco a poco te vas conviertiendo en una sociópata. Es pura y dura envidia. Necesito ser explotada. Tal es mi anhelo que el otro día viendo programa de estos que hay ahora, de reportajes de calle, Callejeros o Reporteros, no me acuerdo, estaban entrevistando a un travesti que hacía la calle, y yo pensaba: "Jolín, !qué suerte!, tiene trabajo..."

A ver, si en mi curriculum figuran dedicaciones tan diversas como canguro, limpiadora, camarera, cocinera, dependiente, azafata de promociones, administrativo, profesora de inglés, secretaria, recepcionista, coordinadora de servicios sociales, comercial de tarjetas de crédito, comercial de publicidad, comercial de thermonix, comercial de seguros, comercial de bolas antidetergente, comercial de su puñetera madre... supongo yo que para algo valdré en esta vida, ¿no?

Dicen que la letra de cada persona, su manera de escribir, dice mucho sobre su personalidad. Pero cada vez escribimos menos a mano. El otro día en concreto, estube escribiendo en una libreta varias reflexiones, y me di cuenta de que antes yo tenía una letra preciosa, redondita, muy clara y legible, ahora sin embargo, tengo una letra horrible. No se entiende nada. Las letras de las palabras parecen estar asustadas las unas de las otras. No se juntan, van cada una a su bola, como si cada letra fuera un universo a parte. Son feas, indefinidas, nerviosas, casi violentas, diría yo... ¿Será que mi personalidad se ha vuelto ilegible? No lo sé, supongo que yo, al igual que mi letra, he cambiado... antes molaba...

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