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miércoles, 13 de marzo de 2013

Ángeles terrenales


Estos hechos que a continuación narro, acontecieron en Madrid, allá por el año 2006, cuando no conocíamos más crisis que la de los 40, ni más depresión que la pos- vacacional. Había una chica tímida, provinciana que se buscaba la vida por primera vez en al capital,  trabajando como azafata de una marca de tabacos en un estanco y un día conoció a una persona muy especial. Sólo la vio una vez, aquel día, pero no se trataba de una persona cualquiera, sino que es este tipo de personas que se quedan grabadas en la memoria para siempre jamás.
Me tengo que remontar unos cuantos años atrás, quizás diez, para poner en pié la historia. Se trata de una típica historia de amor: chico conoce chica, se gustan, salen durante un tiempo y finalmente se casan. Bueno, más que finalmente, inicialmente, pues la historia comienza justo aquí. Cuando por fin están casados, ella le revela a su ya marido un secreto que le ha estado ocultando durante todo el tiempo. Llamémosle a la chica María y a él Paco.
-          Paco, hay algo que no te he dicho de mí, tienes que perdonarme, pero me han dado tantos palos en la vida que me tenía que asegurar de que tú eras diferente, tal y como eres.
Paco, completamente extrañado, pues creía conocer todos y cada uno de los secretos más íntimos de su mujer le preguntó:
-          ¿Qué puede ser?, a estas alturas creo que te conozco a la perfección.
-          Y así es, contesta ella. Conoces todo lo que tienes que conocer de mí, pero hay un pequeño detalle que no sabes y probablemente cambie nuestras vidas.
-          Pues no me hagas más sufrir y dímelo ya, por favor.
-          Sabes que mi padre era militar.
-          Sí.
-          Bueno, en realidad tenía un alto cargo militar y, a parte de eso, era heredero de una gran fortuna familiar. Al ser yo, hija única soy la propietaria de esa fortuna, que actualmente administra mi madre, con la ayuda de un buen número de contables.
-          No me lo puedo creer. ¿De verdad?
-          Sí, antes de ti he tenido algunos pretendientes, ya lo sabes, pero más que pretenderme a mí, pretendían mi dinero. Es por eso que no te he dicho nada hasta ahora, t quería demasiado, y quería estar segura de que tú también me querías a mí. Esa es también la causa por la que mi madre te mira con recelo, siempre me sobre protege. La casa de mi madre es la antigua casa de mi abuela materna, más humilde. Tenemos muchas propiedades y ahora que eres mi marido, tú también las tienes.
A partir de entonces vivieron una vida acomodada, Paco siguió trabajando de fisioterapeuta, aunque cada vez trabaja menos, porque María estaba constantemente organizando una escapada. Viajaron a China, a Argentina, Tanzania, Rusia e innumerables países de todo el mundo, convirtiendo su vida en una interminable luna de miel. A los dos años de su boda, María enfermó de una de estas enfermedades que llaman raras, y en poco más de un año murió.
Cuán caprichosa es la vida, si sólo el 0.325 % de los españoles era entonces rico, a María le tocó serlo, y más tarde, si 0. 02 % personas sufrían en España esa enfermedad, también le tocó padecerlo. Hay personas que, simplemente, no viven en la media.

Volvemos al 2006, la azafata de una marca de tabaco, llamémosla, por ejemplo, Pilar, se hallaba en un estanco del madrileño barrio de Hortaleza, cuando, en un constante entrar y salir de gente, muestra su presencia un desaliñado hombrecillo, corto de estatura, algo gordo, con barbas descuidadas y ropa deportiva, que sin embargo, vestía una amplia y gratificante sonrisa. Pilar se dirigió a él y le preguntó:
-          Buenos días, caballero, ¿es usted fumador?
Y él, para la confusión y el asombro de Pilar, contestó:
-          Pues no, señorita, pero ¿qué me ofrece?
-          Es que estoy haciendo publicidad de esta marca de tabaco y si compra usted dos paquetes le regalo un mechero, y si compra un cartón, entonces le gratifico con este precioso termo y una gorra.
-          ¡Qué maravilla! Pues me voy a llevar dos cartones, que seguro que los termos y las gorras le viene muy bien a mis amigos Pepe y  Eduardo.
Después del chance, el amable hombre se dirigió al mostrador del estanco y sacó un gran número de quinielas, sobre unas veinte o así y después, otra vez vino a mí y me dijo:
-          ¿Has desayunado?, ¿quieres que te traiga un zumito o unos donuts?
-          No, muchas gracias, ya he desayunado, se lo agradezco de verdad.
-          Por Dios, tutéame, que tampoco soy tan mayor. Está bien, en ese caso, toma, espero que tengas suerte, a mí una vez me tocó. Y puso en mi mano una de las quinielas que acababa de  comprar. Era una quiniela de fútbol, con tres dobles y tres triples.
-          No, no, no puedo aceptarlo.
-          Nunca rechaces la suerte. Y me cerró la mano con la quiniela dentro de ella. Por cierto, ¿tú fumas?
-          Pues desgraciadamente sí.
-          Pues toma. Y puso en mi otra mano dos paquetes del tabaco que yo estaba promocionando.
-          No, de verdad, muchas gracias.
-          Sí, cógelo, pero intenta dejarlo, eres muy joven y muy bonita para maltratar así tu cuerpo. Lo único valioso que tenemos es la salud. Un saludo, buena suerte y sé feliz.
La chica quedó tan abrumada con tal muestra de cariño y simpatía que miró a la estanquera totalmente extrañada y ella la tranquilizó:
-          No te preocupes, es Paco, un vecino del barrio. Él es así. Sale todos los días a comprar cosas que le da a la gente. Le lleva el desayuno a los trabajadores de por aquí, a los dependientes de las tiendas, a los obreros, lleva comida a los indigentes, regala lotería y quinielas a diario… es normal.
-          Pero, ¿por qué? Contestó Pilar sorprendida de haberse encontrado una persona tan generosa sin razón alguna. Entonces la estanquera comenzó a narrar la historia de amor ya expuesta. El hombre había encontrado la felicidad, después de la muerte de su esposa, repartiendo en pequeñas dosis aquella gran fortuna, que por fortuna había heredado.

4 comentarios:

  1. De que pelicula has copiado esta historia?

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  2. Querido Medio Limón, habrás ido a innumerables conciertos, pero has vivido tan poco... Esta historia es real, y sucede en el mundo en el que tú vives, aunque no lo creas, pues temes salir de tu pequeño cascarón, por si alguien acechara a herir tus sentimientos.

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  3. Voy a ver si me lo encuentro para que me de un par de paquetes de marlboro...!!!!

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  4. Solo ayuda a gente necesitada y desinteresada. Tú no das el perfil (por suerte).

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