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miércoles, 6 de marzo de 2013

Deudas pendientes


Ahora que tanto se habla de deuda, no he podido evitar acordarme de las mías, y haciendo recuento me he dado cuenta, ¡Dios!, ¡Cuánto debo! ¡Es todo un imperio! Y no me refiero al tema económico, ni mucho menos. Ojalá todas mis deudas se resumieran en unos insignificantes euros. En este paréntesis de crisis existencial (de no me quiero acordar cuánto tiempo) , en los cuales he tenido que irme desprendiendo de valores conseguidos con mucho esfuerzo, tales como la independencia, el autodeterminismo o la libertad, he gozado de otras atenciones que, sin darme apenas cuenta, he dejado a deber: unos cuantos cafés y similares copas, innumerables besos y abrazos, millones de segundos de escucha y comprensión, alguna que otra visita, decenas de regalos, algún poema, cientos de “gracias”, millones de “losientos” y muchos, muchos más “tequieros”. Aún no es tarde, de hecho creo que ha llegado el momento justo de ponerme al día con mis deudas. Al mismo tiempo que consigo equilibrar mis cuentas económicas iré también pagando estas otras cuentas que no olvido, pues llevo fielmente anotadas en mi libreta de cuentas en B, antes de que nadie me embargue su cariño, pues esta es sin duda mi deuda más abultada y retrasada, y sin embargo, a diferencia de la encantadora chica Bbva (a la que algún día echaré de menos), aún nadie me ha llamado reclamándome nada.

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