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jueves, 7 de marzo de 2013

¿Por qué dejé de escuchar Pear Jam?


El otro día, en uno de los interminables trances que paso esperando en alguna estación de autobuses extremeña el siguiente enlace para llegar al fin del mundo, decidí escuchar en mi Mp4, para variar,  la radio, pues estaba un poco cansada de la música repetida que tengo guardada, que aunque me encante, ya se sabe que lo mucho agota (y por eso te quiero tanto). Entonces, no recuerdo el dial, sonó una canción de Pear Jam que hacía tiempo que no escuchaba, y recordé que antes me encantaba escuchar Pear Jam a todas horas, cuando estaba triste, cuando estaba contenta, y no entiendo cual fue el motivo por el que de repente, de un día para otro, dejé de escucharlo. Quizás alguien me dijese que era aburrido, pero a mí me hacía sentir, y aprecio todo lo que me hace sentir, ya sea alegría o nostalgia (por eso te quiero tanto), pues sólo el sentir me recuerda que sigo viva. Tal vez fuera por culpa de la fulminante evolución tecnológica que los hijos de la Democracia hemos sufrido durante casi toda nuestra vida. Desde que no tengo coche, no utilizo los Cds. Tengo toda mi música guardada en el ordenador y de ahí va directamente al Mp4, quedando mi viejo y cochambroso Discman, con quien tantos momentos he compartido, abandonado al fondo del cajón de las cosas inútiles, como la cámara de revelar, las cintas de casete, mi super primer móvil, la estación meteorológica, un Zipo, la agenda de teléfonos (formato papel), algunas cartas y postales y otras símbolos del entrañable siglo XX. En aquel instante, al escuchar Alive, con los pies helados y cargada de maletas, como antaño, me sentí yo, porque era la misma persona en similar situación, reconociendo un sentimiento casi olvidado y acordándome de la misma persona que antes ocupaba mis pensamientos (por eso te quiero tanto), y me pregunté, ¿por qué demonios dejé de escuchar Pear Jam?, ¿por qué dejamos de hacer cosas que nos gustan y no cuestan ningún esfuerzo seguir haciéndolas?, ¿será un cambió evolucional que padecemos sin sentirlo? Tan simple como dejar atrás cosas significativas como la universidad, los amigos con los que tanto hemos compartido, las aficiones, los gustos y en resumen un periodo de la vida que echa el cierre definitivo para no volver jamás. Y mientras apuramos la liquidación por cierre de aquella etapa mágica, aferrándonos a los últimos rescoldos de supervivencia en la ficción realista en la que se movían nuestras vidas, no somos consciente de que sólo nos llevaremos para siempre los vagos recuerdos y algo realmente significativo que nos acompañará al futuro y que convertiremos en atemporal,  para poder, de vez en cuando, rememorar antiguas vivencias de anti héroes despojados de su mayor poder: la juventud. (Por eso te quiero tanto).

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