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lunes, 6 de febrero de 2012

Lo cotidiano

Hoy ha sido un lunes de lo más normal del mundo. Me he levantado, he encendido el brasero, he puesto una cafetera y mientras se hacía el café me he hecho dos tostadas. He ido al baño, he puesto el calefactor, pues hace un frío de mil demonios, he vuelto a la cocina, he encendido el ordenador y he mirado los mails mientras me tomaba mi cafelito recién hecho con las tostadas. Después he sacado la ropa de la lavadora que dejé anoche puesta, la he metido en la secadora y he puesto una nueva lavadora de ropa blanca. He sacado la loza del lavavajillas y la he colocado en el mueble y por fin me he dado una ducha caliente. Hoy me he planchado el pelo, porque tenía tiempo y porque me apetecía. He ido al cajero automático a sacar dinero, he hecho unas compras, he vuelto a casa, he puesto el pollo en el horno, he planchado algunas ropas y he pasado el aspirador por las habitaciones, sobre todo por debajo de las camas donde siempre se quedan esas pelusillas molestas que se esconden del escobón y muy a menudo consiguen huir de él. Después me he sentado a calentarme los pies al brasero mientras veía un poco la tele, y es entonces cuando me ha dado por reflexionar sobre algo. En apenas tres horas he hecho un montón de cosas… ¿qué habría hecho hoy, un lunes normal, en el caso de que no se hubiese descubierto la electricidad, o no se hubiese utilizado para el uso cotidiano del ser humano?

2 comentarios:

  1. Estimada Pilar, algún día me tendrás que explicar si la necesidad de poner una lavadora de color y otra de ropa blanca es una necesidad congénita del genero femenino, o simplemente es una forma de matar el tiempo de la que hacéis uso las tías cuando no tenéis nada que hacer...

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  2. Querido Medio Limón, deja que te responda que la necesidad de poner una lavadora de color y otra de ropa blanca coincide con la necesidad que tenemos las tías de hacer las cosas bien y rozar la perfección, Comprendo que esa necesidad no sea congénita en los tíos. A la vista está. Recibe un más que cordial saludo, mi imperfecto Medio Limón.

    Pilar

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