Debido al decaimiento de valores que experimenta mi persona,
he llegado al infraestado de querer abrazar una religión, más que nada, por
tener algo a lo que abrazarme en estos tiempos convulsos de desasosiego
interior y también, por qué no decirlo, exterior. Pero echando la vista atrás
me he dado cuenta de que realmente sé muy poco de religiones y siendo la
cultura cristiana aquella en la que yo, a pesar de haberme siempre vanagloriado
de ser agnóstica, escéptica y atea, me he criado y educado, y por lo tanto es
la religión cristiana la única de la que pudiera tener un mínimo de
conocimiento (pues ya se encargó mi abuela de grabarme a fuego en el cerebro
eso de “Jesusito de mi vida, tu eres niño como yo…”, o lo otro de “Cuatro
esquinitas tiene mi cama, cuatro ángeles me la guardan…”) quisiera comprobar el
grado de buena cristiana que he conseguido alcanzar, al menos en este último
año, por eso de hacer balance de todo lo que hemos conseguido, alcanzado o
prosperado en el último año de vida cosechado.
Yo soy una buena chica, creo que me he portado bien. Eso creo,
pero ¿realmente soy una buena chica?, ¿me he portado tan bien como pienso? Pues
no. Según los preceptos o mandamientos cristianos estoy realmente equivocada.
He tenido que hacer uso de internet para rememorar los ya
olvidados diez mandamientos que tuvimos que aprender en catequesis a los ocho
años para hacer la primera comunión, y ayudarme del siempre recurrente “corta y
pega” para enumerarlos. Aquí van:
7- No robarás
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Empezaré desde el principio. No puedo decir que ame a Dios
sobre todas las cosas, pues dudo mucho de la existencia de un Dios, y en el
caso de que crea en algo, tal y como la voluntad, la bondad, el destino, la
suerte o la justicia divina… a ninguna de estas virtudes me atrevería a llamar
Dios. Para mí sólo existen dos dioses: Messi y mi Medio Limón, y aún así, me
quiero yo más de lo que les quiero a ellos…
En cuanto al segundo, bueno, la propia vida, las descarnantes
injusticias políticas, económicas y sociales me hacen cagarme en Dios
demasiadas veces al día.
En cuanto a las fiestas, siempre bienvenidas, sean dedicadas
al Santo de turno que sean, si lo de “santificarlas” significa celebrarlo saliendo
de fiesta y regándolo con alcohol en abundancia, he de decir que santifico todo
lo que buenamente puedo.
En fin, este año, y puesto que vivo con ellos, como ya
sabéis, no he honrado demasiado a mi padre y a mi madre. De hecho no nos hemos
honrado mucho mutuamente entre los tres.
No he matado nunca a nadie, aunque, he de decir, que no me
han faltado ganas de romperle las piernas a ciertas personas de vez en cuando. Quizás
me haya faltado valentía, pero lo he deseado.
He cometido algún que otro acto impuro. No todos los que me hubiesen
gustado, pero los que he cometido, los he hecho a conciencia, con premeditación
y alevosía.
¿He robado? No me acuerdo. Quizás este año no haya robado,
pero estoy segura de que si no he robado es porque no se me ha presentado la ocasión
de hacerlo. Otras veces sí lo he hecho, aunque a baja escala, claro.
No he mentido, simplemente no he dicho la verdad. Quizás me
haya callado, pero nunca he mentido, de esto estoy segura.
Pero, ay madre!!! ¿Cómo quieres que no tenga deseos impuros?
Todo el mundo sabe que eso es imposible. Tener deseos impuros es inherente al
Ser Humano. Sería como decir “No pienses”, “No comas”, “No respires”… Tengo
deseos impuros desde que me levanto hasta que me acuesto. Y si eso fuera poco,
a veces tengo hasta sueños impuros. ¡Por el amor de Dios!, ¡Que estoy en la FLOR de
la vida!
Y para acabar, ¿Qué no codiciaré los bienes ajenos?
Jajajaja. Me parto, me moncho y me troncho. ¿Pero qué cabeza de chorlito habrá
escrito esto? ¿Cómo no vamos a codiciar tener más, vivir mejor, querer lo del
vecino de al lado? Supongo que esto lo habrá escrito alguien que ya lo tenga
todo…
Así que, resumiendo, según la religión cristiana no me he
portado nada bien. Ya sé porqué los Reyes Magos no me traen nada desde, al
menos, 1991. Coincide perfectamente con la fecha en la que empecé a perder la
inocencia y a convertirme en una persona adulta. Puede ser que la respuesta no
sea que soy MALA, MALITA, MALA, quizás sólo me haya educado en la religión
equivocada. ¿A qué Dios debería abrazar entonces, ahora que me encuentro ávida
de fé?
Pili, lo primero no cometas faltas de ortografía, que está muy feo en una filóloga, decir "cayado" en vez de "callado". Cayado es un bastón. Lo segundo, agnóstica no es lo mismo que atea, o eres una cosa u otra. Lo tercero, para abrazar a alguien, abrázame a mí y cumple todos los actos impuros que tu imaginación te permita...
ResponderEliminarCorregido lo de "cayado". Muchas gracias Perversino!!!
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