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martes, 23 de octubre de 2012

¿Quién?

Echando un vistazo alrededor me doy cuenta de que la sociedad de hoy ha adquirido una sensibilidad especial hacia los problemas que acusan actualmente a nuestro país. El empobrecimiento va creciendo por momentos mientras en los informativos se hablan de cifras astronómicas que no caben en nuestras cabezas, destinadas a solventar una situación que empeora por momentos. Parece que todo aquel que en el pasado afirmó “yo paso de política, porque no entiendo de eso” empieza a tener conciencia de lo importante que es entender de política, porque es precisamente la política la que conduce y guía nuestras inútiles vidas, con nuestros diminutos e insignificantes problemas,  por los senderos más insospechados. Creo adivinar que ahora que no tenemos trabajo y nos vemos forzados a emigrar como antaño, ahora que nos sacan a patadas de los hogares que con tanto entusiasmo y planes de futuro un día compramos, ahora que estudiar es casi un lujo, al igual que ponerse enfermo, ahora que aprendimos a vivir sin coche, ahora que ya no vamos al cine, ahora que nos da miedo el simple hecho de vivir y nos inquieta el mañana,  precisamente ahora que es tarde, nos sentimos indignados con nuestro sistema político.

Está bien que nos equivoquemos, porque errar es humano, pero como ya hicimos el indio durante demasiado tiempo, creo que ha llegado la hora de tomar cartas en el asunto. Si el sistema político es un fracaso, ¿por qué no cambiarlo al igual que se cambian las leyes de un día para otro?  Pero aquí entramos en terreno pantanoso; ¿Quién remueve a una sociedad de por sí adormecida con el cloroformo de la mediocridad?, ¿quién está dispuesto a arriesgarse sabiendo que muy posiblemente pueda fracasar en su ilusorio y utópico proyecto?, ¿quién trabajará sin descanso por el bienestar del prójimo?, ¿quién se subirá a la palestra siendo el objetivo del obstinado dedo acusador cuando algo no vaya bien?, ¿quién luchará a capa y espada contra los Goliats del siglo XXI empeñados en mantenernos bajo las sombras del oscurantismo mercantil?, ¿quién es tan limpio y puro de espíritu que pueda mantener y mantenerse alejado de corrupciones fáciles  a todo el que esté por debajo de él y a sí mismo?, ¿quién sacrificará su cabeza para salvar de la inmundicia a una sociedad que sólo aúlla en las noches de luna llena?, ¿existe ese salvador divino o es un mero mesías  creado en nuestra mente romántica y sedienta de fe, con el objetivo de encomendarnos a algo los que ya, desde hace mucho, no creemos en milagros?

miércoles, 17 de octubre de 2012

!Sorpresa!

Siempre hay tiempo para las sorpresas. Las sorpresas de verdad. Estas que dices: “no me lo puedo creer”. Yo, que pienso que todo está escrito, que los días suceden los unos a los otros, idénticos, con pequeñísimas diferencias insustanciales que no hacen, para nada, algunos días más especiales a los ya vividos… hoy, a mis treinta y cuatro recién estrenados, he de decir que mi madre me ha sorprendido, y muy gratamente. Y quizás esto sea algo normal para muchas personas, pero mi madre es una de esas madres que no se dejan llevar por sentimentalismos apasionados, y tampoco es muy detallista. Pero hoy, ella, ordenando unos de sus cajones de fotos viejas y pequeñas antiguallas, ha sacado un trozo de plástico amarillento y me ha dicho: “Mira esta es la pinza del ombligo de cuando naciste”. Quizás me equivoqué y  no sea la persona que pensaba, y es que, al fin y al cabo, mi madre no deja de ser madre. Sinceramente, me ha hecho mucha ilusión coger ese trozo de plástico viejo y saber que un día esa herramienta se utilizó para taponar el vínculo que me unía a ella, por donde me alimentó durante más de nueve meses y precisamente ese trozo de plástico es la primera muestra de independencia materna. Mi bastón cuando me arrojaron a este mundo. Lo que cogido entre mis manos y he pensado: “aquí empezó todo” y me he visto a mí siendo un bebé recién nacido, y a ella a mi lado, echa polvo después de la cesárea, cogiéndome entre sus brazos con cuidado y sonriéndome porque, gracias a Dios, ha salido todo bien. La he visto guardando la pinza de mi ombligo con esmero para que, quién sabe, algún día, tal como hoy, poderle enseñar esta pinza de liberación a su hija ya adulta. La he imaginado en múltiples ocasiones, tantas limpiezas, tantas mudanzas, encontrarse una y otra vez con ese pequeño instrumento y volviéndolo a guardar con esmero, esperando el día en que me dijera: “esta es la pinza de tu ombligo”…

Hoy me he sentido, sobre todo, hija, precisamente ahora que me planteo tantas cosas… ¿Estarán las sorpresas dispuestas para sorprender justo en el momento oportuno?
Gracias mamá por tan fantástico regalo, por hacerme sentir especial y más a allá de ser mi cumpleaños otro cumpleaños más, este será el cumpleaños que me di cuenta de que un día nací y cambié la vida de todos a mi alrededor sin darme a penas cuenta.